Hace unos días nos dejó Isabel Andreu Serrano de Chorretites, durante décadas formó parte del paisaje de esta aldea nerpiana.
Solía hacerle una visita cada vez que subía por allí, en los últimos años ya le iba fallando la memoria pero todavía se acordaba de su tío “Jesusillo” el del Batán y de su abuelo Antolín que trabajaba en el ayuntamiento “de alguacil o algo así” era el que llevaba papeles y notificaciones a los vecinos y encendía la estufa.
Antolín Serrano era también mi bisabuelo, vivían en el molino del Batán, cuentan que bajaba temprano al ayuntamiento y solía subir muy tarde, después del trabajo echaban alguna partida en el bar. Un día subió al molino más temprano de lo habitual por que había comprado una caja de melocotones que le gustaron mucho a sus hijos, después de aquello siguió su marcha de siempre llegando muy tarde a casa por lo que sus hijos le veían poco, tanto es así que semanas después los chiquillos le preguntaban a su madre;
“¿ Cuando viene otra vez el hombre de los melocotones?”.
Pequeñas historias como esta las escribía Germán Martinez que fue alcalde de Nerpio sobre mediados del siglo pasado y las guarda aún su hijo en viejas libretas. Isabel vivió prácticamente toda su vida en la pequeña aldea , allí crio una familia numerosa que como todos los jóvenes se fueron marchando en busca de trabajo y bienestar, Isabel mientras pudo valerse por sí misma siguió allí en la casa donde formó su familia, ella era parte de ese paisanaje de las aldeas y pueblos que hoy llaman la España vaciada, esas personas sempiternas que cuando te acercas por algunos lugares siempre están allí, paisanaje que se mimetiza con determinados paisajes de nuestras aldeas, gentes que dejan un vacío en el espacio de la memoria de los pueblos, la España vacía es la que ahora a muchos, como decía Machado, nos hiela el corazón.
2 de febrero de 2.021
Pedro Serrano Gómez