Y también se vivía. …. Jesús López García.
Capitulo 0
Yo nací en Caravaca, en la calle que aún termina en lo que fue la estación de ferrocarril. Mi abuela Lidia provenía de Roquel, una cortijá del término de Nerpio.
Comenzar un libro y que en las primeras líneas ya se cite el nombre de tu pueblo es un buen síntoma para seguir leyendo, si cuando vas avanzando compruebas que es parte importante del relato y que las historias que cuenta te van trasladando a través del tiempo, llevándote como hechizado a los días bucólicos de la infancia, el resultado es no parar de leer hasta el final.
Un relato sobre los últimos que habitaron los campos de la sierra; braceros, pastores, arrieros, molineros, labradores y tantos otros oficios vinculados a las comunidades rurales. Gentes que amaron, lucharon y sufrieron la vida, que se fueron sin hacer ruido, sin quejarse, dejando su sabiduría entre las ruinas de sus viejas casas.
El narrador nos va guiando, con una descripción precisa del paisaje durante todo el camino, lo que demuestra un gran conocimiento de cada paraje por donde transita Genaro, un hombre noble y trabajador, fiel reflejo del habitante de esta comarca.
El mensaje de esta obra es el desasosiego de la vida y el desamparo ante la triste desolación de los campos. Un cumulo de sucesos y emociones que aún se conservan en la memoria de la gente que vive en estas tierras, historias que nos trasladan a nuestra adolescencia, a nuestros padres y abuelos, contándonos su vida, a la par de la lumbre.
; Moratalla y Caravaca en (Murcia), Vélez Blanco en (Almería), Puebla de Don Fadrique en (Granada), Santiago de la Espada en (Jaén), y en medio limitando prácticamente con todas NERPIO, Yeste y Letur en (Albacete). Pueblos hermanos con un pasado compartido que tienen hoy un presente incierto con muchas de sus aldeas y cortijás deshabitadas.
Los acontecimientos que se relatan en este libro se desarrollan sobre mediados del siglo pasado, aunque una acertada combinación de los tiempos literarios entre el narrador y la propia historia se van combinando para crear una delicada estructura narrativa que nos permite contrastar los modos de vida de aquellos tiempos con los actuales. Estas páginas son una letanía sentimental sobre la congoja que produce el paso del tiempo, la desolación que ha ido dejando entre las aldeas y cortijos de la sierra, escombros y ruinas amontonadas, donde antes, también se vivía.
También se vivía, también fueron felices, parece que quiere decirnos desde el titulo, con ánimo de reivindicar la dignidad de los hombres y mujeres que se levantaban, al pintar el día, para trabajar en los duros oficios de los pueblos de la sierra.
Años de gente zurriendo por todas partes, de potaje de collejas, de guiscanos a tajo parejo, de bailes atestaos en los cortijos, de mozos viejos y de mal de ojo, de arrieros llevando genero por las aldeas, de bailes de quintos y mozas sirviendo en casas de señoritos.
Historias del nevazo gordo …fue la fin del mundo, que dejo incomunicada todas las aldeas de la sierra casi dos meses, leyendas de bestias feneciendo en la nieve, de gente entelería por el frio. Relatos donde uno vuelve a encontrarse con sus orígenes a través de la memoria recordando las historias que tantas veces nos contaron;
Leyendas de cuevas y encantás, de víboras y culebras que se comían animales, de calurosas tardes de trilla, de bestias con cargas de leña, de hombres haciendo pleita.
La música fluye sutilmente como una melodía ancestral por toda la historia, cantares de otros tiempos que perduran gracias a la transmisión oral de varias generaciones en coplas cargadas de sarcasmo e ironía, “Al pie del molino, me puse a considerar, las vueltas que da una piedra, y las que tiene que dar”.
Entre pasajes de la novela el narrador nos va desgranando hábitos y costumbres de la propia realidad y de las gentes que la protagonizaron, algunos con nombres propios; En todas partes había buenos músicos, en Nerpio había unos músicos de categoría, como Julián, para la bandurria. Madre mía qué genio. Para cantar, como Desiderio y Víctor no ha habido otros. En Nerpio cantaban unas animeras que ponían el pelo de punta.
El libro lo ha publicado la editorial Gollarín de Caravaca, estéticamente impecable, precioso. Como ya dijo alguien en una anterior presentación, está hecho con capricho. Tapas duras, con el titulo y nombre del autor en relieve, con una suavidad que da gusto tocarlo, y acariciarlo. Porque los libros que nos gustan y nos producen placer mientras leemos, cuando interrumpimos su lectura para dormir o seguir haciendo otras actividades, podemos llegar a acariciarlos con ternura. Las tapas de esta obra tienen la misma calidez al tacto que el argumento de su interior al corazón. La portada y los inicios de cada capítulo son ilustraciones de Pascual Adolfo López Salueña, licenciado en bellas artes, unos dibujos que muestran el espíritu que quieren transmitir sus páginas, ruinas de cortijos en decadencia, hombres y bestias transitando por las sierras., escenas de la vida en el campo.
Un pueblo, volviendo a la fría realidad, (como dicen de él las noticias en este frió invierno), y como decía el autor de este libro hace más de cuarenta años en unas declaraciones en un programa de televisión,;( “Se termina el mundo en Nerpio” un pueblo que está muy olvidado) Mira por donde, ironías del tiempo y el destino, en estos mapas ilustrativos del libro y en estas historias que nos cuenta, Nerpio es lugar de paso entre los pueblos y aldeas de Murcia y Andalucía.
Los caminos del aceite, también conocidos como, ruta del estraperlo, pasaban por su término municipal. El libro, reitero una vez más, está hecho con esmero y delicadeza,. Hasta el colofón, esa nota o imagen impresa al final de un libro en que se indica breve-mente el nombre del impresor, el lugar o fecha de la impresión, o alguna otra circunstancia, dice así;
Los caminos del aceite, también conocidos como, ruta del estraperlo, pasaban por su término municipal. El libro, reitero una vez más, está hecho con esmero y delicadeza,. Hasta el colofón, esa nota o imagen impresa al final de un libro en que se indica breve-mente el nombre del impresor, el lugar o fecha de la impresión, o alguna otra circunstancia, dice así;
Este libro se terminó de imprimir el séptimo día del mes de diciembre de dos mil diecisiete, a la espera del solsticio de invierno y de la conmemoración del nacimiento de nuestro señor, cuando, en otros tiempos, músicos pertrechados de toda suerte de guitarras, laudes, platillos y panderetas, recorrían, de casa en casa, los cortijos y aldeas pidiendo para las Animas Benditas, y llenando de emoción con sus cantos los corazones de la gente sencilla.
Un buen libro, ya sea novela, ensayo, poesía, biografía, o cualquier otro género, aparte de entretener y proporcionar conocimiento de cualquier tema, tiene que emocionar, tocarnos esa fibra sensible que todos llevamos dentro. Este libro es emocionante, sobre todo si se dan dos condiciones en el lector; La primera es muy evidente, que nos guste leer, La segunda; no tan importante pero que añade un gran aliciente sentimental, es que estemos ligados a estas tierras por haber vivido aquí o tener algún vinculo afectivo. Si se dan esas dos circunstancias este libro es imprescindible, emociona y mucho.
Esa mezcla de realidad y ficción que se combinan magistralmente en este relato y el testimonio de hombres y mujeres que vivieron un mundo que está prácticamente desaparecido, recrean un ambiente que nos resulta muy familiar. Los hombres y mujeres que protagonizan estas historias fueron nuestros padres, ¿puede haber algo más emocionante que eso? Volver a estar con ellos a través de la memoria y los recuerdos, mientras vamos pasando paginas y nos vamos embriagando de nostalgia. Los acontecimientos que se desarrollan en estas páginas hablan de nosotros, de nuestras raíces, de nuestra cultura, de nuestra manera de vivir, de nuestra manera hablar, de nuestro idioma, el de las gentes sencillas de la sierra, con algunas de esas palabras que fuera de este entorno no hay quien entienda.
“Y también se vivía”. (Hemos “padeció”, pero hemos “estao” muy a gusto).
El epilogo produce un cierto desánimo y melancolía, una sensación extraña entre lo que pudo haber sido y no fue. Los caprichosos avatares del destino, se fueron, como aquellos camiones cargados de bestias, donde llevaban a las mulas y burras, para sacrificarlas cuando todo fue desapareciendo y ya no eran necesarias.Se las llevan para hacer salchichón “salchichón de burra”. Decían los zagales, es lo que comeremos a partir de ahora…...No puedo desvelaros el final del relato, lo único que si os puedo decir es que al terminar de leerlo, cuando cerré el libro, lo volví a acariciar, sentí un gran alivio y pensé, ( con vanidosa ironía) pensé....
Ya no tengo que escribirlo yo.
Ya no tengo que escribirlo yo.
Pedro Serrano Gómez
Presentación del libro “Y también se vivía” de Jesús López García, realizada por Pedro Serrano Gómez en la casa de la Cultura de Nerpio con motivo de los actos del XXVI Encuentro de Cuadrillas. sábado 24 de febrero de 2.018.