Todo construido desde la nada en el paraje de la Huerta Ventura al lado de un arroyo cerca del Camino Viejo a la entrada del pueblo. Algunos vecinos se llevaron las manos a la cabeza incrédulos por la escasa consistencia del terreno y el "berenjenal" en el que se metía aquel cristiano con aquella construcción. El autor de semejante "locura" fue Andrés Álvarez "El Relojero" que había llegado unos años antes de La Dehesa y se había instalado en la Calle Alta junto a Demetria su esposa y parte de la numerosa prole de hijas que tenían. Su apodo le venía de uno de los muchos oficios que tenía en aquellos primeros años donde en un pequeño taller casero arreglaba relojes, también fue fotógrafo y arreglaba y vendía televisores de aquellos abombados en blanco y negro, todavía recuerdo cuando nos trajo la primera televisión que tuvimos en casa, era de segunda mano, pero no había problema, mi madre decía que si la traía su primo Andrés debía de ser muy buena.
Todo aquello tenía varios nombres, discoteca Capri, Hostal Nogales… todos lo conocíamos al principio como el bar o la discoteca de Andrés, años después fue simplemente "El Nogales", muy conocido por la amabilidad y el servicio de quienes lo regentaban y sobre todo por la calidad de sus comidas caseras.
Más de cuarenta años por donde han pasado sus hijas, yernos, nietos, una amplia familia que ha sabido llevar los varios negocios de hostelería con ese espíritu de lucha, emprendimiento y humildad que tenía su fundador.
Me llegó ayer a través de las redes sociales la noticia del cierre del Restaurante Nogales y al instante me invadió una sensación de nostalgia y aprensión que cuando comencé a enumerar a través de la memoria los buenos ratos que había pasado en aquel lugar y mi sorpresa por la gran cantidad de buenos recuerdos que me traía tuve que escribir estas líneas apresuradas sin tiempo de mucha meditación.
Desde los primeros años ochenta en la "Discoteca de Andrés" con aquella bola de luces en el techo dando vueltas bailando al ritmo de Boney M y Village People, aquel nerviosismo cuando llegaba el "lento" y nos debatíamos, en esos escasos minutos cruciales en que parecía que se acababa el mundo, en si sacarla a bailar o no antes de que otro lo hiciera, cuando nos decidíamos y conseguíamos nuestro propósito sentíamos que nos temblaban las piernas y se nos aceleraba el corazón con su cuerpo tan cerca del nuestro en aquella penumbra escuchando " Poco a poco me enamore de ti" o cuando estábamos sentados en el reservado y nos insinuaba que la besáramos, nerviosos sin saber cómo hacerlo, porque no habíamos besado nunca a nadie…
Varios de mis amigos cuando se casaron hicieron el "convite" en el restaurante, incluso algunos en la discoteca, momentos felices que compartí con gente a la que quiero en aquel lugar que ya casi solo se recuerda por alguna vieja fotografía. Muchas cenas de noche vieja allí con la peña Escorpión cantándole a "la Inma" tú eres la "Camarera de mi amor" con la alegría de encontrarte con mucha gente conocida en esos días tan entrañables de la Pascua.
La suerte de haber compartido en aquel lugar algunos días de "El Vino" con Andrés, Román y Vicente escuchándoles contar sus pequeñas grandes historias, algunas de ellas con referencia a la complicidad de estos viejos amigos y las ayudas mutuas en aquellos primeros años cuando se construyo el edificio donde posteriormente y después de más de cuatro décadas sucedieron miles de encuentros y situaciones parecidas a las que rememora aquí un servidor. Después de la desaparición física de todos ellos, unida ahora a la de este mítico local, deja en mi memoria una sensación de ternura y desolación al comprobar una vez más que el tiempo no tiene piedad.
La discoteca Capri, el bar de Andrés, el Hostal y restaurante, en definitiva EL NOGALES siempre estará en nuestra memoria por todos los días felices que pasamos allí.
Pedro Serrano Gómez
04/12/22
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