domingo, 4 de diciembre de 2022

EL NOGALES

Era más que un restaurante, más que un hostal, más que una discoteca o un bar con su terracita… aquello era un complejo innovador para el ocio y la diversión si tenemos en cuenta el tiempo y la situación, finales de la década de los setenta en plena transición "rural" en el pueblo más alejado de la capital de la provincia de Albacete en la Sierra del Segura donde llegaban los paquetes en cajas de madera en la baca del viejo autobús renqueante sorteando curvas y baches por la carretera de Caravaca, por primera vez íbamos a tener un restaurante de verdad, un hostal y que emoción ¡¡una discoteca!!
Todo construido desde la nada en el paraje de la Huerta Ventura al lado de un arroyo cerca del Camino Viejo a la entrada del pueblo. Algunos vecinos se llevaron las manos a la cabeza incrédulos por la escasa consistencia del terreno y el "berenjenal" en el que se metía aquel cristiano con aquella construcción. El autor de semejante "locura" fue Andrés Álvarez "El Relojero" que había llegado unos años antes de La Dehesa y se había instalado en la Calle Alta junto a Demetria su esposa y parte de la numerosa prole de hijas que tenían. Su apodo le venía de uno de los muchos oficios que tenía en aquellos primeros años donde en un pequeño taller casero arreglaba relojes, también fue fotógrafo y arreglaba y vendía televisores de aquellos abombados en blanco y negro, todavía recuerdo cuando nos trajo la primera televisión que tuvimos en casa, era de segunda mano, pero no había problema, mi madre decía que si la traía su primo Andrés debía de ser muy buena.
Todo aquello tenía varios nombres, discoteca Capri, Hostal Nogales… todos lo conocíamos al principio como el bar o la discoteca de Andrés, años después fue simplemente "El Nogales", muy conocido por la amabilidad y el servicio de quienes lo regentaban y sobre todo por la calidad de sus comidas caseras.
Más de cuarenta años por donde han pasado sus hijas, yernos, nietos, una amplia familia que ha sabido llevar los varios negocios de hostelería con ese espíritu de lucha, emprendimiento y humildad que tenía su fundador.
Me llegó ayer a través de las redes sociales la noticia del cierre del Restaurante Nogales y al instante me invadió una sensación de nostalgia y aprensión que cuando comencé a enumerar a través de la memoria los buenos ratos que había pasado en aquel lugar y mi sorpresa por la gran cantidad de buenos recuerdos que me traía tuve que escribir estas líneas apresuradas sin tiempo de mucha meditación. 
Desde los primeros años ochenta en la "Discoteca de Andrés" con aquella bola de luces en el techo dando vueltas bailando al ritmo de Boney M y Village People, aquel nerviosismo cuando llegaba el "lento" y nos debatíamos, en esos escasos minutos cruciales en que parecía que se acababa el mundo, en si sacarla a bailar o no antes de que otro lo hiciera, cuando nos decidíamos y conseguíamos nuestro propósito sentíamos que nos temblaban las piernas y se nos aceleraba el corazón con su cuerpo tan cerca del nuestro en aquella penumbra escuchando " Poco a poco me enamore de ti" o cuando estábamos sentados en el reservado y nos insinuaba que la besáramos, nerviosos sin saber cómo hacerlo, porque no habíamos besado nunca a nadie…
Varios de mis amigos cuando se casaron hicieron el "convite" en el restaurante, incluso algunos en la discoteca, momentos felices que compartí con gente a la que quiero en aquel lugar que ya casi solo se recuerda por alguna vieja fotografía. Muchas cenas de noche vieja allí con la peña Escorpión cantándole a "la Inma" tú eres la "Camarera de mi amor" con la alegría de encontrarte con mucha gente conocida en esos días tan entrañables de la Pascua.
La suerte de haber compartido en aquel lugar algunos días de "El Vino" con Andrés, Román y Vicente escuchándoles contar sus pequeñas grandes historias, algunas de ellas con referencia a la complicidad de estos viejos amigos y las ayudas mutuas en aquellos primeros años cuando se construyo el edificio donde posteriormente y después de más de cuatro décadas sucedieron miles de encuentros y situaciones parecidas a las que rememora aquí un servidor.
Después de la desaparición física de todos ellos, unida ahora a la de este mítico local, deja en mi memoria una sensación de ternura y desolación al comprobar una vez más que el tiempo no tiene piedad.
La discoteca Capri, el bar de Andrés, el Hostal y restaurante, en definitiva EL NOGALES siempre estará en nuestra memoria por todos los días felices que pasamos allí.
Pedro Serrano Gómez
04/12/22


Enviado desde mi iPhone

jueves, 15 de septiembre de 2022

Volver a nunca



Fugitivo del tiempo

montañas adormecidas

grises y verdes caminos

barrancos desesperados.

Canciones y acequias

chopos murmurando 

apenados nogales

llorando tras las tapias. 

Vengo de una tierra

labrada por la escarcha

donde tiembla el romero

huérfano de nostalgia.

Cielos estrellados

fábulas sonámbulas 

quiero volver a donde

para llegar a nunca.


Pedro Serrano Gómez (1.998)

domingo, 28 de agosto de 2022

Peña Escorpión XL

 XL Aniversario, Peña Escorpión

Nerpio. 1.982/2.022

Cuarenta años es la mitad de la vida de cualquier persona que tenga la suerte de llegar a ser octogenaria, una edad a partir de la cual como bien dice el refrán “no hay que mojarse la barriga”, precisamente el  “ombligo… del mundo” fue el título del artículo que quien suscribe hizo en este programa de fiestas hace quince años para celebrar el veinticinco aniversario de la Peña, donde recordaba nuestros comienzos en la década de los ochenta del siglo pasado cuando cumplíamos precisamente quince años los primeros escorpiones que iniciamos esta aventura. Para no repetir aquella mezcla de recuerdos, fechas y nostalgias típicas del descorazonador paso del tiempo, aquí van unos versos arrítmicos y desordenados de algunas imágenes de “Aquel verano…en Nerpio” título del pregón que hicimos la Peña Escorpión a finales del siglo pasado donde recordábamos personajes e historias de nuestro pueblo en aquellos maravillosos años.


Era de madrugada

por el puente subía el frescor

los hombres iban a “la mata”

antes que saliera el sol.

En la plaza estaba “El Correo”

calentando el motor

aparcado en la Terrera

el Land Rober de don Ramon.

Bajaba por la carretera

Domingo con su tractor

y el motocarro de Pepe

rugía con esplendor.

En “Las Flechas” los zagales

entonaban el alirón

toda la noche cantando

nuestro equipo campeón.

En el sanatorio había un mono

en la “Zieca” un Tiburón

solo faltaba en Nerpio

la Peña del Escorpión.

El sol se estaba asomando

por encima del Macalón

la luna se iba huyendo

por las lomas del Paerón.

Todo esto pasaba aquí

en el año ochenta y dos

cuando tocaron los Rolling

en el Vicente  Calderón.

En Nerpio los Animeros

también tuvieron tirón

cantando fuera de la iglesia

en el remolque de un tractor.

El Cine Avenida se apagó 

la benemérita claudicó

nos quedamos sin trabajo

dándole gracias a Dios.

Solo nos quedó el consuelo

de darle “patas” al balón

y los mixtos de trueno que vendía

la “Tia Escarpina” sin comisión.

Pedro Serrano Gómez




lunes, 9 de mayo de 2022

Paca, José Antonio y Felicidad

Una de las actividades que más nos gustaba en los primeros años de la creación de la Revista de Taibilla era la publicación de fotos antiguas de gentes de nuestro pueblo, en formato papel, antes de las redes sociales, como las noticias y los reportajes, sabías que serían una primicia ya que casi nadie las había visto antes. Hace unos días repasando las fotos del álbum de Román nos encontramos con esta y nos emocionó rememorar aquellos inicios de la Cuadrilla y de esta publicación que nació tras los encuentros, cuando en el coche de José Antonio íbamos a la imprenta a llevar el borrador de la revista y los carteles anunciadores del encuentro de cuadrillas. La imagen es como se dice por aquí, “año arriba año abajo” de 1.970. “La Paca”, José Antonio “El Fonda” y “la Felicidad”. Una foto entrañable que nos encanta compartir aquí.