Enviado desde mi iPhone RAFA… EL DE LA CAJA
Llegó en el ochenta y siete,
desde Albacete capital,
se instaló en la calle Ancha,
a dos pasos de la sucursal.
Lo primero que buscó,
fue compañera de hogar,
allí se llevó a la Goya,
con quien solía bailar.
En Nerpio esperaba Pepito,
que de jefe no tenía "na",
le dio las llaves de la Caja,
y libertad para trasnochar.
La primera vez que lo vi,
un pasacalles de "madrugá",
"Pacto entre caballeros",
repetía su "loro" sin parar.
También estuvo en la radio,
donde le gustaba platicar,
pinchar música de Pink Floyd,
y en alguna entrevista opinar.
El doce de abril del noventa,
unos días antes de la postal,
que celtas cortos escribieron,
y todavía solemos silbar.
Nos fuimos para Cuenca,
nuestra procesión particular,
viernes santo bocata de jamón,
resaca en la ciudad "encantá".
Inseparable de su Emilia,
quién lo sabe manejar,
para que al final de la fiesta,
no tome otro whisky más.
Su Rafa chico y su María,
son su otra debilidad,
también el revoltoso Bowie,
que canta en vez de ladrar.
Para el año noventa y tres,
dejamos de ser soportables,
solíamos viajar a Socovos,
si se nos cruzaban los cables.
Conciertos fuimos a muchos,
no todo fue "Insoportables";
Burning, Dylan, Dire Strais,
estos fueron inolvidables.
Hemos cantado en "porreta"
en el remolque de un tractor,
en El Fonda, en La Placeta,
Antonio, Gerardo y la lMarichón.
Esta primavera cumple sesenta,
una buena edad para celebrar,
como dice su alter ego Loquillo ,
"pensando en amigos de verdad".
Los que en el fondo de la memoria,
nos ofrecieron la extraña sensación,
de sentirnos un día menos solos,
con la complicidad de una canción.
Pedro Serrano
27/03/25