Verónico Martínez García, hijo de David Martínez y Dolores García, nació en Yetas (Nerpio-Albacete) el 14 de mayo de 1.921, un par de meses después del asesinato del entonces presidente del consejo de ministros español Eduardo Dato y unos dos meses antes del “Desastre de Annual” , dos de los acontecimientos más importantes ocurridos ese año en nuestro país del que se cumplen ahora cien años, los mismos que cumple en unos días nuestro protagonista. Un centenario al que pocos son los privilegiados que tienen la suerte de llegar, sobre todo con la lucidez y buena memoria que todavía conserva. Su bisabuelo Serafín era herrero y procedía de Pedro-Andrés, todos los hijos de este fueron herreros y se instalaron cada uno en una población de la Sierra; Nerpio, Pedro-Andrés, Góntar, Sege, uno de ellos fue José Martínez su abuelo paterno el primer herrero que instalo una fragua en Yetas sobre 1868. Continúo la tradición su padre David y después ya la cuarta generación con Verónico y sus hermanos que la mantuvieron hasta los años ochenta del siglo pasado.
Es el quinto de seis hermanos, otros dos murieron en 1.928, con tres y cinco años, de una devastadora epidemia de sarampión en la que fallecieron diecisiete niños y niñas en Yetas.
A sus cien años tiene una memoria excepcional, me cuenta cuando empezó a ir a la escuela con seis años; “Con un “maestro” llamado Frasco que solo sabía leer, escribir y las cuatro reglas. En esa época pasaba temporadas en el Molino de Arriba, el que está enfrente de La Toba, con mis tíos Antonia y Verónico, mis padrinos, que fueron los que me llevaron al Majal de Guillén a ver el globo “Hispania” el 14 de septiembre de 1.928”.
En la hemeroteca del ABC del día 18 de septiembre de 1928 podemos comprobar que fue una noticia impactante, así lo titulaba:
-“EL COMANDANTE MOLAS PERECE EN UN ACCIDENTE DE AVIACIÓN”. -El comandante Benito Molas intentaba batir, dejando la vida en ello, el record de ascensión libre en globo y superar los 11.000 metros de altura.-
Esta era resumida la crónica del periódico, Veronico en sus escritos y recuerdos lo describe así:
"En mis siete años de niñez, (que aún recuerdo bien), un día que se podía llamar de otoño, cuando los labradores ya empiezan a hacer la sementera con un tiempo bonancible del oeste; a las cuatro de la tarde de dicho día varias personas de las que se encontraban por la calle, observaron a una altura desconocida, (quizá de varios kilómetros), volar como una orza pequeña, tamaño de un balón, ancha de arriba y estrecha de abajo. Así eran los comentarios de los primeros que lo vieron, pero a cada instante, iba creciendo más y más, a medida que descendía hasta la tierra, hasta verse del tamaño de una tinaja. La gente iba corriendo la voz de uno a otro, hasta se echaban voces de un cortijo a otro, para que observaran lo que se veía en el cielo. Últimamente cuando ya se abatía casi del todo, en un sitio llamado "Loma de Virlache"; se encontraban unos labradores, que ya se habían dado cuenta de aquel artefacto, y del que colgaban unas cuerdas largas y gruesas de algodón, que empezaban a arrastrar por el suelo. Estos labradores (Antonio Ruíz y Eufrasio González) echaron a correr tras el aparato cogiendo las cuerdas y dándole vueltas a unos enebros grandes que al paso se encontraban; pero la fuerza del viento que dentro llevaba y en el que en el campo hacía, arrancó de raíz dichos enebros, y el globo (que eso era, el artefacto), siguió con su fuerza arrastrando las matas, hasta que llegaron a unos pinos grandes y allí empezaron a liar las cuerdas, a dichos pinos, en el sitio llamado: Poyos del Majal de Guillén. Terminada esta faena y el mucho trabajo, empezaron a revisar lo que había dentro de la canasta, que era de mimbre blanco como de un metro cuadrado, la cual iba unida a un redondo anillo, unida a la parte inferior del globo por una cuerda de algodón, haciendo un enrejado de cuadros; por la parte de fuera llevaba colgados aun varios sacos de arena de unos diez kilos. Pero al asomarse, dentro de dicha canasta se encontraron sentado, debido a la poca anchura, un hombre que estaba muerto; llevaba una careta y un aparato con oxígeno, pero debido al exceso de altura el oxígeno se le terminó y murió asfixiado”.
Unos años después de aquel trágico accidente, sobre 1.931, construyeron
las escuelas de Yetas, Verónico que compaginaba la ayuda en la fragua de su
padre con el colegio lo recuerda bien;-
“El primer maestro fue D. Juan Rodriguez y después D. Pedro Lozoya que me
enseño hasta los 14 años.
El 14 de abril de aquel año, treinta y uno,
tuvieron lugar las elecciones en las que votaron por primera vez las mujeres y
los sucesos sangrientos de La Graya y Yeste tras perder el trabajo los obreros
del pantano de La Fuensanta que intentaban sobrevivir cultivando tierras
abandonadas.Mis hermanos Urbano y José fueron a la guerra yo me libre por un
mes, los siguientes un mes solo mayores que yo, fueron la famosa quinta del biberón”-.
Recuerda que durante la Guerra
Civil la iglesia de Yetas la convirtieron en vivienda para varias familias que
no tenían casa. Sobre 1940 vivían en la pedanía alrededor de mil personas por
lo que plantearon la segregación del ayuntamiento de Nerpio pero los
propietarios de las tierras que eran los que tenían que pagar los costes no
quisieron asumirlo.
-“Al acabar la guerra, con 18 años, trabaje en la presa de El Taibilla, como oficial de herrero, durante tres años. A pesar de mi juventud el trabajo era muy pesado porque tenía que caminar dos horas desde Yetas hasta el cauce del rio, trabajar ocho horas y otras dos horas de regreso hasta casa para ganar ocho pesetas al día. Eran tiempos duros -sonríe con ironía- también cuando íbamos de baile y a las fiestas de las aldeas vecinas o las de Nerpio y teníamos que volver andando durante dos o tres horas de madrugada y al día siguiente levantarnos temprano para trabajar”.
A los 21 años se fue al servicio militar; “Primero estuve en el parque de artillería de Valencia durante 18 meses y después otros 18 mas entre Lérida y Barcelona. En aquellos traslados en tren la velocidad era tal que en Tortosa paró y nos dio tiempo a bajar, robar unas uvas y subir en marcha sin correr demasiado. Total que hice tres años de mili”
Además de la fragua también se dedico durante su vida al cultivo de su huerta, encargado en calderas de destilación de romero y espliego ha estado en la vendimia en Francia, en el tomate y la manzana. Regento durante años en Yetas una posada, el estanco y la centralita de teléfonos de la aldea; “El teléfono era manual, no existían automáticos ni particulares, nuestra casa era el centro de reunión de la pedanía, por que acudían a llamar a sus familiares todos los vecinos que tenían allegados fuera. La conferencia se solicitaba a la central de Nerpio y a veces tardaban más de una hora en dar línea. Y para el estanco, en los años cincuenta y sesenta, íbamos hasta la administración de Yeste con dos caballerías para traer el tabaco en trayectos que duraban seis horas de ida y otras tantas de vuelta. En una ocasión se nos espantaron las bestias por la crecida del rio Segura y tiraron parte de la carga con la consiguiente perdida de esfuerzo y dinero”.
Durante su juventud y madurez fue aficionado a la caza y sobre todo a la
música. A mediados del siglo pasado en todas las pedanías de Nerpio había
grupos de Animeros, Verónico tocaba la guitarra y el requinto y cantaba con los
Animeros de Yetas; “En Navidad hacíamos el recorrido tocando y
cantando por todos los cortijos de la pedanía de Yetas incluso por Beg y
Vizcable, para recaudar fondos con donativos como trigo y garbanzos para la
iglesia de Yetas a la que pertenecían esas dos pedanías”.
Siempre le ha gustado leer y escribir relatos como el del globo que
reproducimos aquí, un acontecimiento que ha estado unido a su vida desde la infancia
y que se conoce popularmente en esta zona de la Sierra como “El Globo de Yetas”
una historia presente en la memoria colectiva de varias generaciones.
La longevidad parece ser algo genético en su familia pues dos de sus hermanos son o han sido centenarios, Iluminada que falleció en 2.018 con 105 años y Pepe que vive aun y es incluso mayor que él con 103 años.
Una persona amable y culta con una memoria extraordinaria que ha vivido buena parte de la historia de nuestro país desde principios del siglo pasado hasta nuestros días. Un hombre que fue feliz en una pequeña aldea entre las montañas, un paraje bello y tranquilo donde siempre tuvo cerca un libro y una guitarra para crecer.
Cien años de vida de un hombre que tiene el mejor regalo que el destino puede ofrecer; salud, memoria y sabiduría para poder contarlo. Para nosotros es siempre un privilegio volver a escucharlo. Felicidades Verónico.
Pedro Serrano Gómez
La Tribuna de Albacete, 19 de Abril 2.021.
Enlace para ver la noticia del accidente del globo en la hemeroteca de ABC
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1928/09/18/023.html